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Por:
Michael Krieg, 6º B, Corresponsal, Ilustración
de Daniela Aucoing, 5º A
-Todo empezó en los días en que Zeus bajaba al bosque, a las faldas del monte Olimpo, las ninfas corrían a abrasar al gran dios. Hera, la esposa de Zeus y diosa de la belleza, aunque muy celosa, con frecuencia lo espiaba para descubrirlo con las ninfas, pero cada que Hera estaba apunto de cacharlo, Eco, una preciosa y admirable ninfa con un increíble don para dormir a las personas y dioses, entablaba conversación con Hera -Abuelito, ¿qué significa "entablaban"? - Preguntó Sebastián con cara interrogante, -mmm , significa que empezaba a platirar, hijito mío, pero como te decía, Eco le pregunto a la esposa de Zeus, mientras se sentaba en un gran sofá cerca de una chimenea: -Hera ¿no confía usted en su esposo?- -No es eso, es solo que últimamente Zeus no ha estado mucho conmigo- -dijo la hermosísima diosa Hera, sentada en su trono de piedras preciosas. Mientras seguían platicando, Hera empezó a escuchar el hermoso canto de Eco, y poco después Hera cayó en un profundo sueño. Pero ese fue el peor error de Eco, ya que fue entonces cuando Hera se dio cuenta de que algo estaba pasando. A
la mañana siguiente cuando Hera despertó, fue a hablar con
Eco y le preguntó: -
¿Y qué pasó ahí, abuelito? -Que por eso, cada
que vamos a una cueva, montaña o barranco, podemos escucharla cuando
gritamos --dijo el abuelito a Sebastián. - ¡Gracias! abuelito,
esta muy padre esta leyenda --dijo Sebastián con voz de satisfacción. |